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A consciência histórica do Cristianismo

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terça-feira, 21 de abril de 2009

Do Batismo nas catequeses de S João Crisostomo





"Nosotros os prometíamos mostraros que los que se acercan al baño bautismal quedan limpios de toda fornicación 25, pero el discurso ha demostrado mucho más: no solamente limpios, sino también santos y justos, pues no dijo solamente: estáis lavados, sino también: estáis santificados y estáis justificados. ¿Qué puede haber de más extraordinario que esto, que sin trabajos, sin sudores y sin éxitos nazca la justicia? ¡Pues tal es la bondad del don divino, que sin sudores hace justos! Efectivamente, si una carta del emperador, por breve que sea el texto, no sólo deja libres a los responsables de innúmeras acusaciones, sino que también encumbra a la máxima dignidad a otros, ¡con cuánta mayor razón el Espíritu de Dios, que además lo puede todo, nos agraciará con una gran justicia y nos colmará de una gran confianza! Y lo mismo que una centella, al caer en medio del inmenso mar, inmediatamente se apaga y desaparece anegada por la masa de las aguas, así también toda maldad humana, cuando cae en la piscina de las divinas aguas, se anega y desaparece más rápida y más fácilmente que aquella centella. «¿Y por qué razón -dice- si el baño bautismal perdona todos nuestros pecados, no se le llama baño del perdón de los pecados, ni baño de la purificación, sino baño de la regeneración?». -Porque no nos perdona sin más los pecados, ni simplemente nos purifica de las faltas, sino que lo hace de tal manera, como si de nuevo fuésemos engendrados. Y efectivamente, de nuevo nos crea y nos forma, pero, no plasmándonos otra vez con barro, sino formándonos con otro elemento: la naturaleza de las aguas; y es que no se limita a fregar el vaso, sino que vuelve a refundirlo por entero...



...De hecho, los objetos que se friegan, por más cuidadosamente que se restriegue, siempre retienen huellas de la cualidad y guardan restos de la mancha; en cambio, los objetos que se meten en el horno de fundición y se renuevan por medio del fuego se desprenden de toda mancha y, cuando salen de la fragua, emiten el mismo resplandor que los totalmente nuevos. Por consiguiente, lo mismo que un hombre toma una estatua de oro, sucia por obra del tiempo, del humo, del polvo y del orín, y la funde, y luego nos la devuelve limpísima y esplendorosa, así también Dios: tomó nuestra naturaleza enrobinada por el orín del pecado, ennegrecida por el mucho humo de las faltas y perdida la belleza que de Él recibiera al principio, y otra vez la fundió: metiéndonos en el agua como en un horno de fundición, envía la gracia del Espíritu en vez del fuego, y luego nos saca de allí totalmente rehechos y renovados con gran resplandor, como para desafiar en adelante a los mismos rayos del sol; deshizo al hombre viejo, pero construyó otro nuevo, más esplendoroso que el primero." S João Crisóstomo, catequeses II

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